miércoles, 21 de mayo de 2008

En qué consiste elegir (4 de 4).

¿Cómo se comunican las líneas, las vidas diversas que vamos viviendo, aunque intentemos negar unas y así construir otras? Por elementos comunes a todas y que, por tanto, no pertenecen a ninguna. Al afirmar esos elementos, al dejar que corran, esa vida hecha de negaciones se resquebraja, se parte, se abre en un espacio en el que coexisten las vidas posibles, descubriéndose que “tu” vida es sólo una más. O descubriendo que ella es grande, amplia, inmensa, porque se abre a un abanico de variaciones. Elegir tiene que ver con todo eso. Reconocer que tú eres también eso que no quieres ser. Que esa posibilidad tuya, que ese camino que no quieres recorrer, te acompaña y compone junto al que llamas tuyo tu vida, que los alberga a todos (¿?) Entonces descubres que lo que llamas tu vida, tu identidad, es una ilusión. Esa vida es un soñar despierto. Es un vivir, un sentir esa pluralidad en uno, pero creer que sólo eres uno y no lo otro. Alguien camina por la calle. Sueña estar en otro lugar, pero no es así. “Sueño” es esa vida construida mediante exclusiones, mediante elecciones que pretenden cortar y separar los posibles. Los posibles ya están separados, pero también comunican. Por eso vuelven. Y si solo vuelven desde la exclusión, vuelven como monstruosos. Ni a lestrigones ni a cíclopes temas nunca. No los hallarás en tu camino si no eres tú quien ante ti los pone.
Elegir, con eso comenzábamos. Elegir no es tanto tomar un camino en vez de otro sino abrir un espacio en el que los caminos puedan resonar los unos en los otros, afectarse mutuamente, ser sentidos. Abrir, inventar, crear un espacio, dibujar una línea en el que los posibles converjan en su divergencia. Cuando sólo convergen, una identidad se constituye (por negación) y con ella su otro fantasmal, el que retorna, el que no deja en paz, ese horror que sale de dentro en tantas películas de terror. Ambos son correlativos. La dicotomía crea eso que llamamos nuestra vida y construida por negaciones, a una, crea a eso Otro que como doble siniestro no deja nunca de acompañarla.

Si intentamos resumir tenemos lo siguiente:
Elegir no es tomar un camino y no otro, haciendo del primero “nuestra vida” y no la otra, deseo ilusorio, soñar despierto. Elegir empieza siendo no tomar un camino u otro. Luego: crear, construir, hacer, dibujar, inventar, trazar un espacio, línea en el que se descubre que lo negado no es aniquilado sino que nos acompaña, y en el que los caminos puedan resonar los unos en los otros, afectarse mutuamente, ser sentidos sin sombra.

jueves, 8 de mayo de 2008

En qué consiste elegir (3 de 4).

Más sobre la elección. ¿Cómo elegir sin cortar? Aunque realmente, no podemos cortar, lo excluido regresa y nos acompaña. Entonces ¿qué es elegir, si no es tomar un camino en vez de otro? No lo es porque cuando tomamos un camino en vez de otro, ese otro insiste a nuestro lado, nos sigue acompañando con su realidad específica, como “el que no tomaste”. Elegir es entonces otra cosa. ¿Ser elegido? Ya veremos. Elegir no es tomar éste en vez de este otro camino, por que los caminos posibles se acompañan los unos a los otros. Se acompañan, no se funden, se siguen unos a otros, paralelos pero sin tocarse. Elegir entonces puede ser más bien afirmar el límite que separa a los posibles poniéndolos en relación. Para eso es necesario reconocer nuestra pluralidad, lo cual no es nada fácil. Esta mañana hemos oído en la radio una frase. Dejemos que haga su efecto: el hombre no vive sólo una vida, vive muchas y eso es la razón de su desgracia (Chateaubriand, en un libro de Paul Auster, el libro de las ilusiones o algo así). Advertir que nuestra vida no es solo una, sino que vivimos muchas vidas. Afirmar eso es difícil porque estamos constituidos por muchos cortes que hacen de “nuestra vida” sólo un camino y no los otros. Hacen de nuestra vida un camino definido por su negación de los otros, por la elección como corte. Obtiene determinación mediante negaciones. Soy esto porque no soy lo otro. Sin embargo esto y lo otro comunican, se afectan por su diferencia, y esa afección nos constituye. Para mucha gente, por ejemplo, acaba siendo más importante lo que no ha vivido que lo que ha vivido. ¿Cómo puede eso ser posible, si al elegir un camino el otro”desaparece” al ser negado? Es que no desaparece, insiste en ese camino que llamamos nuestra vida, sin confundirse con él. Este camino y el otro se componen en una realidad que tal vez nos cuesta aceptar. Tú también eres ese otro que no quieres ser. Si predomina la exclusión, cuando te encuentras con otro que es como tú (como ese que tú no quieres ser) lo rechazas porque rechazas a ese otro que eres tú.

Elegir es no sólo tomar este camino y no el otro sino también afirmar la diferencia que los mantiene comunicados, afectándose mutuamente. Elegir (sin cortar) es dibujar, inventar, crear una línea que pone en comunicación los caminos posibles, haciendo que reverberen, resuenen, que se afecten los unos a los otros. Es producir conexiones, propiciar acontecimientos. Tal vez escribiendo pequeños textos que sean como esas líneas que separan, es decir, descubren y afirman la pluralidad de esa vida unificada a partir de oposiciones, mostrando que lo otro vuelve, que no se va, que acompaña, como un gemelo. Y desde ahí, seguir las líneas, adentrarse en ellas.

martes, 6 de mayo de 2008

En qué consiste elegir (2 de 4).

¿De verdad podemos elegir este camino y no el otro, o expulsar para siempre algo de nuestra vida? Pienso en gente que conozco y cuya vida se consume en tratar de expulsar algo de sí. Esa sombra les persigue siempre. Luego hago el esfuerzo de mirarme en el espejo, buscando aquello que niego, eso a lo que doy la espalda, porque quiero echar fuera. Y bien, diremos que está ahí.

A nuestra vida la afecta tanto lo que hacemos como lo que no hacemos. El “no” a un camino, a una posibilidad, no lo aniquila ni lo deshace, no lo vuelve nada, no desaparece. Cobra una vida peculiar debajo de esa negación, o con ella más bien.

Negar es impotente, lo negado vuelve. Cortar, seleccionar, es imposible, aunque uno pueda vivir toda su vida dentro de la creencia en esa imposibilidad.

Hace un rato caminaba cerca del mercado, pensando en estas cosas. Advierto, pero no con estas palabras, lo siguiente, que apunto rápidamente. La vida de uno toma un camino y no otro. Pretende cortar. Ese camino toma la forma de una línea, la de tu vida. Pero el camino no elegido, la otra línea, no es aniquilada, sino que te acompaña, por así decir, con su realidad propia. Segunda línea. Pero entonces uno ¿dónde está?. Respuesta:entre las dos líneas se abre una tercera que las pone en relación. Esa tercera es “lo que entonces estaba ocurriendo”, en aquel paseo. Ahora pienso: autoafección, subjetividad o mismidad. Equilibrio. Uno y otro...