(Lo que sigue son sugerencias y notas al hilo de la lectura de un libro: "Tratado de la pasión", de Eugenio Trías, con un poco de "Lógica del sentido" de Deleuze y quién sabe qué más).
Notas sobre el deseo, la pasión y el tiempo.
1. Deseo y pasión.
El deseo persigue su objeto, aquello que anhela, y cuando logra atraparlo se consuma y concluye. A la luz del deseo, el pasado es pérdida, el presente búsqueda y el futuro consumación. Pero ¿por qué nos dicen que el deseo es dolor?. Al culminar su búsqueda, cesa y termina, pero renace de nuevo en busca de algo que no deja de faltarle. Los objetos que se le presentan no logran saciar del todo su anhelo. Por esa razón el deseo está perpetuamente insatisfecho y busca algo que jamás acaba de encontrar.
Con la pasión ocurre algo distinto. La pasión también busca y anhela, arrebatada como está por aquello que la saca de sí, pero eso que anhela es la reiteración misma de lo que la apasiona. Alcanzar su fin implica insistir en él, lograrlo es a la vez insistir en su repetición. Para ella todo cumplimiento es un nuevo comienzo.
El fin del deseo huye de él faltando siempre en el lugar donde cree que está. El fin de la pasión, al ser logrado y alcanzado es a la vez replanteado, repetido y buscado en su reiteración.
2. Deseo, pasión y tiempo.
El deseo, que es anhelo de aquello que le falta, se relaciona con el tiempo del siguiente modo. El pasado del deseo es la pérdida y la ausencia de lo que busca. El presente es la búsqueda misma. El futuro es su consumación. Ausencia, búsqueda, consumación. Pasado, presente, futuro.
Con la pasión ocurre algo distinto. Consumar una pasión no implica concluirla sino insistir en ella y repetirla, no desde su falta, sino desde su celebración. Y si en el deseo están separados el pasado y el futuro, en la pasión son imposibles de separar, aunque no se confunden. El pasado está aún por venir. El futuro ya ocurrió, pero por lo mismo quiere hacerse de nuevo presente y retornar...Y el presente insistiendo siempre en su renovación.
2. Lo hecho y lo por hacer.
A la luz de la pasión podemos decir, por tanto, cosas como éstas: nuestra vida ya está cumplida (esa es la buena noticia) pero precisamente por eso hay siempre tanto por hacer. En efecto, hay mucho que hacer, pero no porque mucho nos falte. La pasión, pintar por ejemplo, está realizada, pues el pintor se encuentra siempre ya atrapado por ella. Pero como su consumación no es su conclusión, sino su repetición, su tarea se abre a una nueva obra. No están separados lo hecho y lo por hacer. En la pasión se repite lo siempre ya hecho, que vuelve como lo siempre por hacer. El presente es repetición de lo que fue, en tanto que está siempre por venir. Entre lo hecho y lo por hacer, la pasión. Y lo propio de la pasión es avanzar y tirar en los dos sentidos a la vez. El deseo separa los dos sentidos y anula uno en beneficio del otro: si algo está hecho, no está por hacer, y si está por hacer, no está hecho. Algo distinto ocurre con la pasión. Porque para la pasión la consumación no es cese, sino repetición y nuevo comienzo, lo hecho vuelve como lo siempre por hacer. La palabra que entonces sobrevuela cada momento y cada dimensión es ésta: celebración.
3. De nuevo deseo, pasión y tiempo.
En el deseo, las dimensiones del tiempo se niegan unas a otras. Lo pasado no es presente ni futuro, lo presente no es futuro ni pasado, lo futuro no es pasado ni presente. Sin embargo, en la pasión, el pasado, el presente y el futuro se coimplican mutuamente, buscándose los unos a los otros. El pasado en un futuro que quiere hacerse presente. El futuro es un pasado que quiere regresar. El presente es un continuo renacer en el que ambos se dan cita.
A la dimensión del ser ya lograda la pasión, en tanto que se encuentra siempre ya arrebatada por lo que la apasiona, cabe llamarla pasado. A la dimensión de la pasión por la cual está siempre abierta a la repetición la llamamos futuro. A su dimensión de reiteración, celebración y cita, de insistencia en sí misma de la pasión, la llamamos presente: regalo, don. Tres miradas sobre lo mismo.
En el pasado un niño siempre ya nacido. En el futuro un niño siempre por venir. En el presente un niño naciendo.
La pasión nos dice que el cumplimiento es un recomenzar, es un nuevo comienzo. Y todo comienzo un retomar lo sido como porvenir.
1. Deseo y pasión.
El deseo persigue su objeto, aquello que anhela, y cuando logra atraparlo se consuma y concluye. A la luz del deseo, el pasado es pérdida, el presente búsqueda y el futuro consumación. Pero ¿por qué nos dicen que el deseo es dolor?. Al culminar su búsqueda, cesa y termina, pero renace de nuevo en busca de algo que no deja de faltarle. Los objetos que se le presentan no logran saciar del todo su anhelo. Por esa razón el deseo está perpetuamente insatisfecho y busca algo que jamás acaba de encontrar.
Con la pasión ocurre algo distinto. La pasión también busca y anhela, arrebatada como está por aquello que la saca de sí, pero eso que anhela es la reiteración misma de lo que la apasiona. Alcanzar su fin implica insistir en él, lograrlo es a la vez insistir en su repetición. Para ella todo cumplimiento es un nuevo comienzo.
El fin del deseo huye de él faltando siempre en el lugar donde cree que está. El fin de la pasión, al ser logrado y alcanzado es a la vez replanteado, repetido y buscado en su reiteración.
2. Deseo, pasión y tiempo.
El deseo, que es anhelo de aquello que le falta, se relaciona con el tiempo del siguiente modo. El pasado del deseo es la pérdida y la ausencia de lo que busca. El presente es la búsqueda misma. El futuro es su consumación. Ausencia, búsqueda, consumación. Pasado, presente, futuro.
Con la pasión ocurre algo distinto. Consumar una pasión no implica concluirla sino insistir en ella y repetirla, no desde su falta, sino desde su celebración. Y si en el deseo están separados el pasado y el futuro, en la pasión son imposibles de separar, aunque no se confunden. El pasado está aún por venir. El futuro ya ocurrió, pero por lo mismo quiere hacerse de nuevo presente y retornar...Y el presente insistiendo siempre en su renovación.
2. Lo hecho y lo por hacer.
A la luz de la pasión podemos decir, por tanto, cosas como éstas: nuestra vida ya está cumplida (esa es la buena noticia) pero precisamente por eso hay siempre tanto por hacer. En efecto, hay mucho que hacer, pero no porque mucho nos falte. La pasión, pintar por ejemplo, está realizada, pues el pintor se encuentra siempre ya atrapado por ella. Pero como su consumación no es su conclusión, sino su repetición, su tarea se abre a una nueva obra. No están separados lo hecho y lo por hacer. En la pasión se repite lo siempre ya hecho, que vuelve como lo siempre por hacer. El presente es repetición de lo que fue, en tanto que está siempre por venir. Entre lo hecho y lo por hacer, la pasión. Y lo propio de la pasión es avanzar y tirar en los dos sentidos a la vez. El deseo separa los dos sentidos y anula uno en beneficio del otro: si algo está hecho, no está por hacer, y si está por hacer, no está hecho. Algo distinto ocurre con la pasión. Porque para la pasión la consumación no es cese, sino repetición y nuevo comienzo, lo hecho vuelve como lo siempre por hacer. La palabra que entonces sobrevuela cada momento y cada dimensión es ésta: celebración.
3. De nuevo deseo, pasión y tiempo.
En el deseo, las dimensiones del tiempo se niegan unas a otras. Lo pasado no es presente ni futuro, lo presente no es futuro ni pasado, lo futuro no es pasado ni presente. Sin embargo, en la pasión, el pasado, el presente y el futuro se coimplican mutuamente, buscándose los unos a los otros. El pasado en un futuro que quiere hacerse presente. El futuro es un pasado que quiere regresar. El presente es un continuo renacer en el que ambos se dan cita.
A la dimensión del ser ya lograda la pasión, en tanto que se encuentra siempre ya arrebatada por lo que la apasiona, cabe llamarla pasado. A la dimensión de la pasión por la cual está siempre abierta a la repetición la llamamos futuro. A su dimensión de reiteración, celebración y cita, de insistencia en sí misma de la pasión, la llamamos presente: regalo, don. Tres miradas sobre lo mismo.
En el pasado un niño siempre ya nacido. En el futuro un niño siempre por venir. En el presente un niño naciendo.
La pasión nos dice que el cumplimiento es un recomenzar, es un nuevo comienzo. Y todo comienzo un retomar lo sido como porvenir.