viernes, 8 de agosto de 2008

En qué consiste vivir.

Vivir, según nos cuentan hombres sabios de muchos lugares y diversos tiempos, no tiene que ver tanto con ir pasando una serie de etapas que nos llevan poco a poco de la cuna a la sepultura, sino más bien con un cierto repetir, en cada una de ellas, algo que no deja de ser, y que con cada repetición adquiere nuevas determinaciones, aspectos y sustancia. La vida, movimiento interminable que reposa en sí mismo, se asemeja a la variación sin fin de un mismo tema, cuyo retorno no adviene si no es con novedad. Retorno y novedad se dan la mano en eso que llamamos "el pasar del tiempo". El pasar del tiempo es un volver de lo que siempre es, que adviene en su novedad irreductible.

El siguiente texto de Platón, sobre la inmortalidad en el tiempo,tomado del libro "Filosofía del futuro" de Eugenio Trías, me lleva después a otro texto de Luis Espinal, un jesuita español nacionalizado boliviano y asesinado allí en 1980. Aquí están los dos:

“La naturaleza mortal busca en lo posible existir siempre y ser inmortal. Y sólo puede conseguirlo con la procreación porque siempre deja un nuevo ser en el lugar del viejo. Pues ni siquiera durante este periodo en que se dice que vive cada uno de los vivientes y es idéntico a sí mismo, reúne siempre las mismas cualidades; así, por ejemplo, un individuo desde su niñez hasta que llega a viejo se dice que es la misma persona, pero a pesar de que se dice que es la misma persona, ese individuo jamás reúne las mismas cosas en sí mismo, sino que constantemente se está renovando en un aspecto y destruyendo en otro... De este modo se conserva todo lo mortal, no por ser completamente y siempre idéntico a sí mismo como lo divino, sino por el hecho de que el ser que se va o ha envejecido deja a otro ser nuevo, similar a como él era, tanto en su cuerpo como en todo lo demás. No te admires, pues, si todo ser estima por naturaleza a lo que es retoño de sí mismo porque es la inmortalidad la razón de que a todo ser acompañe esa solicitud y ese amor”.

Y luego desarrolla Platón diversos modos de universalizarse a través de la fertilidad. Unos quieren universalizarse siendo fecundos a través del cuerpo. Hay quienes buscan una universalidad más interior, más duradera, inmortalizándose en sus acciones. Hay quienes buscan esa universalidad a través del conocimiento de lo verdadero...

Y dicho brutalmente sigue Trías: “A través de la revalidación del ente mediante la recreación de un retoño de sí mismo alcanza una salvaguarda de su “mismidad” que no puede confundirse con la “identidad”. El nuevo ser es el mismo ser fenecido; revalidado y recreado, pero esa mismidad soporta la diferencia (en “Filosofía del Futuro”). En efecto, para Trías el ser humano no es “ser para la muerte” sino “ser para la recreación”.

Voluntad ascendente, probada por la fecundidad, por la capacidad de rebasar la limitación y la muerte en la recreación de sí misma a través de la creación de un nuevo ser, voluntad tensada hacia el futuro...




Y ahora, el texto de Luis Espinal:




«Jesucristo dijo: "Quien quiera guardar su vida, la perderá; y quien la gastare por mí, la recobrará en su vida eterna". A pesar de todo, tenemos miedo a gastar la vida y entregarla sin reservas. Un terrible instinto de conservación nos lleva al egoísmo y nos atormenta cuando hemos de jugarnos la vida. Pagamos seguros por todas partes para evitar los riesgos. Y además de todo eso está la cobardía... Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida. Sin embargo, Tú nos diste la vida para gastarla. No podemos reservárnosla en un estéril egoísmo. Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no nos paguen; hacer un favor a quien nada puede darnos a cambio; gastar la vida es arriesgarse incluso al inevitable fracaso, sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo. Somos antorchas, y sólo tenemos sentido cuando nos quemamos; sólo entonces seremos luz. Líbranos de la prudencia cobarde, la que nos hace eludir el sacrificio y buscar seguridad.Gastar la vida no es algo que se haga con gestos extravagantes y falsa teatralidad. La vida se entrega sencillamente, sin publicidad, como el agua de la fuente, como la madre que da el pecho a su hijito, como el sudor humilde del sembrador. Enséñanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible están tu gracia y tu presencia; no podemos caer en el vacío. El futuro es un enigma, nuestro camino se pierde en la niebla; con todo, queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando en la noche con mil ojos humanos que se deshacen en lágrimas».